Stigma and discrimination




Feature Story
Un proyecto de la comunidad ayuda a las familias a responder al estigma y la discriminación
05 Marzo 2020
05 Marzo 2020 05 Marzo 2020Emihle Dlamini (nombre ficticio) perdió tanto a su madre como a su padre por enfermedades relacionadas con el sida. En aquel momento ella era muy niña, por lo que la encargada de cuidarla pasó a ser su abuela. Durante años la joven Dlamini no supo que había nacido con el VIH. Le administraban una medicina, pero le decían que era para la tuberculosis. En Sudáfrica aproximadamente 260 000 niños vivían con el VIH en 2018. Alrededor de un tercio vivía en la provincia de KwaZulu-Natal, donde reside Dlamini.
Un buen día la joven asistió a una clase del colegio impartida por el Proyecto para el cuidado de la comunidad, y fue allí donde adquirió algunas nociones sobre el VIH y donde le ofrecieron realizarse una prueba de detección. El resultado le supuso un auténtico shock. «No me lo podía creer en absoluto. Yo sabía que no era sexualmente activa, pero mi familia nunca me había confesado que mi estado serológico era positivo», dijo.
Tras conocer el resultado, Dlamini experimentó sentimientos de enfado, confusión y tristeza. «¿Por qué mi familia no me dijo nunca nada? En muchísimas ocasiones dejé de tomar mis pastillas para la “tuberculosis” porque me planteaba por qué tenía que seguir en tratamiento durante tantísimos años», comentaba.
Muchísima gente no revela su estado serológico por miedo al estigma y a la discriminación, pues, a pesar de los avances, continúan siendo una auténtica barrera para las personas que buscan acceder a la atención sanitaria. Las más afectadas son las mujeres jóvenes que desean protegerse de las infecciones de transmisión sexual (ITS) y que tratan de acceder al diagnóstico y el tratamiento para el VIH. Diariamente en Sudáfrica 200 adolescentes y mujeres jóvenes de entre 15 y 24 años se infectan por el VIH.
El Proyecto para el cuidado de la comunidad ha puesto de manifiesto la importancia del acceso gratuito e igualitario a la educación primaria y secundaria como puerta de acceso a otros servicios sociales y sanitarios. Casi 163 000 niños (de entre 0 y 14 años) que viven con el VIH en Sudáfrica estuvieron recibiendo su terapia antirretrovírica en 2018, pero aún falta llegar a muchos. Se calcula que unos 66 000 ni siquiera saben que son seropositivos.
El proyecto no pretende sino romper el silencio que rodea al VIH y gestionar y reducir sus efectos. Fundado en 1999, es una organización confesional de KwaZulu-Natal que ayuda a las comunidades y a sus familias a gestionar el VIH y responder al estigma y a la discriminación. Lleva desde el año 2007 trabajando con distintas escuelas de secundaria para llevar a cabo en ellas programas de concienciación y proporcionar servicios que ayuden a las escuelas y a los alumnos a comprender y desmitificar el VIH. Del mismo modo, presta su apoyo a los huérfanos y a los niños más vulnerables y sus familias.
Gracias al Proyecto para el cuidado de la comunidad, la joven Dlamini y su abuela fueron asesoradas por una trabajadora social clínica, quien las ayudó a asumir el diagnóstico y a asegurar que Dlamini siguiera un adecuado programa de tratamiento. Dlamini admite que ahora lleva mucho mejor la situación tanto emocional como mentalmente. Sabe mucho más sobre el VIH, conoce mejor su salud sexual y reproductiva, y es muy responsable con su medicación. Está convencida de que puede tener un futuro brillante.
«Con el Proyecto para el cuidado de la comunidad, adquirí destrezas vitales muy positivas. Aprendí a convivir con mi estado serológico, a hacer enfrente al estigma y a ayudar a los demás a hacer lo mismo», explica. «En unos años me convertiré en una oradora motivacional, me dirigiré a mis iguales, a todos los compañeros del colegio, con información sobre el VIH, y los ayudaré a vivir sin ser juzgados».
Region/country




Feature Story
Rompiendo el círculo vicioso del estigma del VIH en Tayikistán
03 Marzo 2020
03 Marzo 2020 03 Marzo 2020Tahmina Khaidarova contrajo matrimonio según las tradiciones culturales de su familia: sus padres decidieron que su primo sería su marido. Rara vez lo vio, ya que trabajaba en otro país y regresaba a su casa, en Tayikistán, sólo una vez al año y por poco tiempo. Después de que su hija pequeña cayera enferma de gravedad y falleciera, Tahmina quiso volver a quedarse embarazada para así amainar el dolor de su pérdida. Sin embargo, durante un examen médico, se le diagnosticó VIH. Al poco, su marido falleció de una enfermedad relacionada con el sida.
Hoy día, la señora Khaidarova es la directora de la Red Tayika de Mujeres que Viven con el VIH (por sus siglas en inglés, TNW). Esta red pretende informar a las mujeres acerca del VIH, proteger sus derechos y romper el círculo vicioso del estigma de las mujeres que viven con el VIH. La señora Khaidarova superó ese estigma y se convirtió en una líder en la lucha por los derechos de las mujeres que viven con el VIH en Tayikistán.
Explicó que las mujeres que son conscientes del riesgo de contraer el VIH a través de sus maridos migrantes no suelen poder hablar con ellos acerca del uso del preservativo. «Entiendo la gravedad del problema, pero no puedo pedir a mi marido que use un preservativo, no lo entendería», explica una mujer a la señora Khaidarova.
Las mujeres que viven con el VIH en Tayikistán relatan historias de discriminación. Pueden estar influenciadas por los familiares de su marido y que les desaconsejen el acceso a los servicios médicos, a la terapia antirretrovírica y al tratamiento para la tuberculosis. También suelen estar sometidas a la violencia doméstica o forzadas a abandonar la casa con sus niños cuando los maridos prohíben a sus mujeres que busquen un tratamiento. Tras el fallecimiento de su marido, pueden sufrir violencia y abusos por parte de la familia de su marido, especialmente en áreas rurales.
Cuando las mujeres que viven con el VIH buscan ayuda, se enfrentan un nuevo reto: la estigmatización y la discriminación por parte de los trabajadores sanitarios. A muchas mujeres les dicen que no podrán tener hijos en un futuro o que deberían casarse con un hombre con VIH o que ni deberían casarse ni tener relaciones sexuales.
«El estigma y la discriminación contra las mujeres que viven con el VIH puede traer consecuencias devastadoras. Puede frenarlas a la hora de acceder a los servicios sanitarios que necesitan, destrozar familias y afectar profundamente a su capacidad para vivir una vida normal», afirma la señora Khaidarova. «Debemos acabar con el estigma y con la discriminación: ahora».
El gobierno ha reconocido la necesidad de contrarrestar el estigma y la discriminación contra las mujeres en general y contra las mujeres que viven con el VIH. Las mujeres son una de las prioridades dentro de la estrategia nacional de desarrollo. Por eso, el nuevo programa nacional sobre el sida de 2021 y 2025 incluye un bloque separado relativo a los derechos humanos y a la reducción del estigma y de la discriminación contra las mujeres que viven con el VIH.
La señora Khaidarova ha impulsado la campaña #InSpiteOff (es decir, a pesar de) en las redes sociales para centrar la atención en la cuestión de la discriminación relativa al VIH en la familia, en la sociedad y, muy a menudo, en los entornos médicos. La campaña #InSpiteOf ha publicado historias en Instagram en las que muestra diferentes facetas de las mujeres que viven con VIH, y ha desafiado los estereotipos y los mitos que existen en torno al virus. Así han dado a conocer el derecho a vivir con dignidad y con respeto de las mujeres que viven con el VIH en Europa del este y en Asia central.
Un rasgo común de todas las mujeres que aparecían en la campaña es que recibieron apoyo en un momento crítico de sus vidas por parte de sus seres queridos, de organizaciones o comunidades de mujeres, y que no sólo viven con el VIH y retan los estereotipos de la sociedad, sino que ayudan a los demás.
«Conté mi historia para ayudar a aquellas mujeres que hoy día afrontan los mismos retos. Creo de verdad que todos juntos podemos romper el círculo vicioso del estigma contra las mujeres que viven con el VIH en Tayikistán. Tenemos que lidiar con nuestro propio miedo para así combatir el estigma y la discriminación en la sociedad», sentenció la señora Khaidarova.
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Documents
Hoja informativa - Cero discriminación contra las mujeres y las niñas
27 de febrero de 2020
En el Día de la Cero Discriminación y en el marco del movimiento global por la igualdad para las mujeres y las niñas, ONUSIDA destaca siete áreas en las que la discriminación contra las mujeres y las niñas persiste, aumentala sensibilización y exige cambios.
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Press Release
ONUSIDA insta a la cero discriminación contra las mujeres y las niñas
01 Marzo 2020 01 Marzo 2020GINEBRA, 1 de marzo de 2020—En el Día de la Cero Discriminación, el cual se celebra el 1 de marzo de cada año, ONUSIDA llama a poner fin a la discriminación contra las mujeres y las niñas y a conseguir los mismos derechos, trato y oportunidades.
A pesar del progreso alcanzado en algunas áreas, las prácticas coercitivas, la legislación discriminatoria, y la violencia de género son solo algunas de las violaciones de los derechos humanos que continúan impactando de manera desproporcionada en las vidas de las mujeres y las niñas de todo el mundo. ONUSIDA está destacando áreas en las que impera la necesidad de cambio: igual participación en la vida política; derechos humanos y leyes que empoderen; justicia económica: igual salario por igual trabajo; poner fin a la violencia de género; brindar atención médica sin estigma ni barreras; acceso igualitario y gratuito a la educación primaria y secundaria; y justicia climática.
«El feminismo, los derechos humanos y la cero discriminación son valores compartidos en todo el mundo», insiste Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA. «Expresan nuestra humanidad, nuestro reconocimiento que compartimos una visión para un futuro mejor, y eso es clave para erradicar el sida».
A nivel mundial, al menos una de cada tres mujeres y niñas ha experimentado violencia en sus vidas, y las adolescentes experimentan tasas más altas de violencia de pareja que las mujeres adultas en general. Esta cifra esconde profundas disparidades, con más del 50% de las mujeres en algunos países reportando violencia solo en los últimos 12 meses.
Aunque algunos países han progresado hacia una mayor igualdad de género, la discriminación contra las mujeres y las niñas todavía existe en todas partes. Sabemos que sin igualdad de oportunidades desde el principio, sin acceso a la educación, la desigualdad persistirá. Sin embargo, casi una de cada tres niñas adolescentes de entre 10 y 19 años de los hogares más pobres del mundo nunca ha ido a la escuela.
Las desigualdades, la discriminación y la violencia siguen siendo posibles dentro de las estructuras de la sociedad. En muchos países, las leyes que discriminan a las mujeres y las niñas siguen vigentes, en áreas de trabajo, propiedad, derecho penal y salud y derechos sexuales y reproductivos, entre otros.
Más de 80 países penalizan algunos aspectos del trabajo sexual, y las mujeres se ven desproporcionadamente afectadas por las leyes que penalizan el uso de drogas. Mientras tanto, las leyes que defienden los derechos básicos de las mujeres y las protegen contra el daño y el trato desigual están lejos de ser la norma. Por ejemplo, solo 88 de 190 países tienen leyes sobre igual salario por trabajo de igual valor para hombres y mujeres. Intersecando con otras formas de discriminación, por ingresos, raza, etnia, discapacidad, orientación sexual e identidad de género, estas violaciones de derechos perjudican desproporcionadamente a las mujeres y las niñas.
A lo largo de estos años los Gobiernos han firmado numerosos compromisos para poner fin a la violencia y la discriminación contra las mujeres y las niñas. Sin embargo, cientos de mujeres y niñas en todo el mundo continúan siendo víctimas de la discriminación, del abuso y de la violencia, con el consecuente y elevado coste que ello supone para sus familias, comunidades, sociedades y desarrollo económico.
«Hemos de transformar nuestra sociedad para que no haya ciudadanos de segunda», instó la Sra. Byanyima. «Debemos acabar con la violencia de género, la desigualdad y la inseguridad, y garantizar que las mujeres y las niñas puedan acceder de manera igualitaria a la educación, la sanidad, la vida pública y el empleo».
Para esta transformación, necesitamos mujeres en roles de liderazgo, a nivel comunitario, así como a nivel nacional, regional y global. La representación de los intereses de las mujeres es fundamental para cambiar las desigualdades estructurales. Sin embargo, en 2019, menos de una cuarta parte de los parlamentarios eran mujeres.
Para agravar estas desigualdades están las cargas de la atención no remunerada y el trabajo doméstico, los derechos desiguales de propiedad y herencia y la autonomía financiera limitada. Se estima que las mujeres realizan tres cuartas partes del trabajo de cuidado en el hogar, trabajo que aún no recibe reconocimiento por su importancia en la sociedad y la economía y que sigue sin ser remunerado.
Asegurar que los derechos de las mujeres estén protegidos, poner fin a la discriminación contra las mujeres y las niñas y eliminar las leyes discriminatorias será fundamental para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible y garantizar la equidad e igualdad para todos.
Contacto
UNAIDS GenevaSophie Barton-Knott
tel. +41 22 791 1697
bartonknotts@unaids.org
UNAIDS Media
tel. +41 22 791 4237
communications@unaids.org
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Cero discriminación contra las mujeres y las niñas
25 de febrero de 2020
En el Día de la Cero Discriminación que celebramos este año, ONUSIDA se plantea como reto poner fin a la discriminación a la que se enfrentan las mujeres y las niñas en toda su diversidad. Con el propósito de concienciar y llamar a la acción para promover la igualdad y el empoderamiento de mujeres y niñas.
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Press Statement
Mensaje de la Directora Ejecutiva de ONUSIDA en el Día de la Cero Discriminación y el Día Internacional de la Mujer
01 Marzo 2020 01 Marzo 2020Como Directora Ejecutiva de ONUSIDA, lidero la gran labor que realizan las Naciones Unidas para poner fin al sida. Al mismo tiempo, soy también alguien que ha perdido a miembros de su familia como consecuencia del sida, por lo que vivo el sida de manera personal.
Tanto mi propia experiencia familiar como nuestra experiencia colectiva en las Naciones Unidas han puesto de manifiesto la misma enseñanza clave: la lucha para derrotar al sida es inseparable de la lucha por los derechos de las mujeres y de la lucha contra todas las formas de discriminación existentes.
Se puede vencer al sida, pero solo lo venceremos si acabamos con todas las injusticias económicas y sociales que lo perpetúan, y fomentamos la consecución de más innovaciones científicas para satisfacer las verdaderas necesidades de las mujeres y de las niñas que viven con el VIH y que son vulnerables a la infección.
En todo el mundo el sida continúa siendo la principal causa de muerte de las mujeres entre 15 y 49 años. Si queremos erradicar el sida para 2030, debemos acabar con la violencia de género, la desigualdad y la inseguridad, y garantizar que las mujeres y las niñas puedan acceder en igualdad al sistema educativo, la sanidad y el mercado laboral.
Tenemos que transformar nuestras sociedades para que no haya ciudadanos de segunda clase y para que se respeten los derechos humanos de todas las personas. No podremos ganarle la batalla al sida mientras las comunidades marginadas, incluyéndose aquí las lesbianas, los gais, los transgénero, las personas intersexuales, los consumidores de drogas inyectables y los trabajadores sexuales, vivan con miedo por la actuación del Estado o por la violencia y los abusos sancionados socialmente.
Para vencer al sida, hemos de acabar antes con todas las formas de discriminación.
Desde aquí quiero dar las gracias a todos esos grandes y valientes movimientos de justicia social, pues ellos son los verdaderos líderes de este trabajo.
Les felicito.
El feminismo, los derechos humanos y la cero discriminación son valores muy profundamente arraigados en todo el mundo: expresan nuestra humanidad, el reconocimiento de que yo soy porque tú eres. Y desempeñan un papel central en la lucha contra el sida.
Venzamos al sida. Es posible. Podemos hacerlo.
Winnie Byanyima
Directora Ejecutiva de ONUSIDA




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Los grupos de población clave, víctimas de la violencia
27 Enero 2020
27 Enero 2020 27 Enero 2020Se ha avanzado mucho contra el estigma y la discriminación relacionados con el sida, pero las actitudes discriminatorias continúan siendo demasiado frecuentes en muchos países. La discriminación se puede manifestar en leyes penales que permiten la discriminación, el cumplimiento de la ley mediante la fuerza, los abusos y la violencia, y que empujan a los grupos de población clave a los márgenes de la sociedad, desde donde se les niega el acceso tanto a los servicios sociales como a los servicios básicos de salud, incluidos los servicios para el VIH.
Según los estudios y las encuestas realizadas en las diferentes regiones, elevados porcentajes de grupos de población clave son víctimas de violencia física y sexual: de entre los 36 países de los que se dispone de datos recientes, más de la mitad de los trabajadores sexuales en ocho países denunciaron haber sufrido violencia física y, en dos países, al menos la mitad dijo haber sido objeto de violencia sexual.
En cuatro de los diecisiete países cuyos últimos datos se conocen, más de uno de cada cinco hombres gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres denunciaron haber sido víctimas de violencia sexual.
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Feature Story
Recordando el liderazgo de Charlot Jeudy
03 Diciembre 2019
03 Diciembre 2019 03 Diciembre 2019Charlot Jeudy, presidente de Kouraj, la organización haitiana de las comunidades de personas lesbianas, gais, bisexuales y transgénero (LGBT), fue hallado muerto en su domicilio el pasado mes de noviembre. Todavía se están investigando las causas de su muerte. ONUSIDA recuerda al Sr. Jeudy como un intrépido y audaz defensor de los derechos humanos.
Tras el devastador terremoto que asoló el país en 2010, todos los vecinos de Haití trabajaron para superar la pérdida de sus hogares, sus negocios, los servicios públicos y más de 100 000 vidas. Sin embargo, en medio del trauma y de la determinación compartidos, tuvo lugar un episodio muy dañino.
Algunas personas empezaron a culpar a los masisi, un término despectivo del criollo haitiano para referirse a los hombres gais. Consideraban que el desastre había sido un castigo divino por los pecados de la comunidad LGBT. Los miembros de minorías sexuales y de género se convirtieron de pronto en sujetos sobre los que recaía una enorme exclusión y un gran abuso. Las organizaciones de derechos humanos documentaron casos de personas LGBT a las que se había negado el acceso a las viviendas de emergencia, la comida, la atención sanitaria y el trabajo. Hubo incluso denuncias de ataques físicos y violaciones homofóbicas.
Lejos de aceptar la situación, Charlot Jeudy decidió actuar. Fundó Kouraj, que en criollo haitiano significa valor. En su lucha por lograr la igualdad de derechos, Kouraj destacó la importancia de la capacitación de la comunidad y se fijó como objetivo inspirar orgullo y amor entre la comunidad LGBT.
«Queremos lanzar un discurso alternativo con relación a la homosexualidad en Haití porque, durante mucho tiempo, los homófobos han debatido con relación a nuestra realidad y han propuesto su propia interpretación», explicó el Sr. Jeudy en 2011.
Durante los ocho años posteriores, Kouraj evolucionó para ofrecerle a la comunidad servicios formativos, legales y psicosociales, así como educación sanitaria. Se convirtió en uno de los mayores defensores de Haití para acabar con la discriminación contra las personas LGBT y desempeñó un papel clave a la hora de resistirse a la introducción de las leyes discriminatorias.
Sin duda, el nombre de la organización había sido todo un acierto. Sus miembros se han enfrentado a agresiones verbales y amenazas de muerte. Hace tres años, tras numerosas amenazas de violencia, se tuvo que cancelar un festival para celebrar la comunidad LGBT afrocaribeña. Según algunos de sus amigos, el Sr. Jeudy hizo oídos sordos a sus súplicas de dejar el país en su momento. Además, en respuesta a un repunte detectado en las denuncias por violencia callejera contra la comunidad LGBT el año pasado, trabajó con las Naciones Unidas en un proyecto para promover la tolerancia y la igualdad de derechos.
John Waters, director del programa de la Coalición Caribeña de Comunidades Vulnerables, rindió homenaje al liderazgo del Sr. Jeudy.
«Vi a Charlot Jeudy crecer. Pasó de ser un activista joven, impaciente y vehemente a convertirse en un líder estratégico y capaz de usar los derechos humanos no como espada, sino como escudo», recordó el Sr. Waters. «Conquistó los corazones y las mentes de los
demás para crear aliados. El Sr. Jeudy ha dejado una enorme brecha en el trabajo por los derechos humanos en el Caribe. Puso el listón muy alto para aquellos que hoy tienen que seguir sus pasos».
El Sr. Jeudy fue también un representante activo de la sociedad civil que formó parte del cuerpo que supervisa la gestión de la respuesta haitiana al VIH, la tuberculosis y la malaria.
«Bajo el liderazgo de Charlot Jeudy, Kouraj se convirtió en un socio modélico», dijo Fritz Moise, director ejecutivo de la fundación Reproductive Health and Family Education. «Su muerte ha supuesto una enorme pérdida para la respuesta al VIH en Haití».
ONUSIDA ha sumado su voz a las muestras de dolor y honró también el liderazgo del Sr. Jeudy.
«Charlot Jeudy ejemplificó a la perfección el poder de las comunidades para ser la voz de aquellos sin voz, y para lograr un cambio significativo en las vidas de las personas», afirmó Mama Awa Faye, directora nacional de ONUSIDA para Haití. «Este año en el Día Mundial del Sida celebramos el poder de las comunidades para marcar la diferencia. El Sr. Jeudy hizo justo eso».