Desde el descubrimiento del sida en 1981 y de su causa, el retrovirus VIH, en 1983, se han desarrollado docenas de nuevos medicamentos antirretrovíricos contra el VIH. Las diferentes clases de medicamentos antirretrovíricos actúan contra el VIH de diferentes maneras y, cuando se combinan, mejora su eficacia y se reducen las probabilidades de que se desarrolle resistencia a los medicamentos en comparación a cuando se administran por separado. Hoy en día, el tratamiento con una combinación de al menos tres medicamentos antirretrovíricos diferentes es el tratamiento estándar para todas aquellas personas a las que se les diagnostica el VIH. El tratamiento antirretrovírico de combinación evita la multiplicación del VIH y puede hacer desaparecer el virus de la sangre. Esto permite que el sistema inmunológico de la persona se recupere, supere las infecciones y evite el desarrollo del sida o de otros efectos a largo plazo causados por la infección por el VIH.
Los activistas de la sociedad civil, trabajando en estrecha colaboración con los investigadores y las autoridades reguladoras de cada país, promovieron una inversión sin precedentes en la investigación sobre el sida y aceleraron el acceso a nuevos medicamentos. Gracias a esto, los nuevos medicamentos y sus combinaciones pudieron llegar a los pacientes más rápido que nunca. La presión que ejerció el movimiento mundial contra el sida también sirvió para asegurar que los precios de los nuevos medicamentos descendieran rápidamente para que pudieran ser asequibles en prácticamente cualquier país del mundo.
Actualmente hay 23,3 millones de personas en tratamiento contra el VIH en todo el mundo. Una persona que vive con el VIH que inicie el tratamiento antirretrovírico hoy en día tiene la misma esperanza de vida que otra persona seronegativa de su misma edad. Los resultados del tratamiento antirretrovírico son mejores cuando se inicia poco después de la infección por el VIH, en lugar de retrasarlo hasta que se manifiestan los síntomas. El tratamiento antirretrovírico evita las enfermedades relacionadas con el VIH y la discapacidad, y salva vidas. Las muertes asociadas al sida en todo el mundo han descendido un 43% desde 2003. El tratamiento antirretrovírico también es beneficioso en relación a la prevención. Ahora hay evidencias contundentes de que las personas que viven con el VIH con una carga viral indetectable no pueden transmitir el VIH mediante el intercambio sexual.
Cada vez hay más medicamentos antirretrovíricos y combinaciones disponibles, y son más seguros, más efectivos y más asequibles para los países de rentas bajas y medias. El tratamiento antirretrovírico estándar de primera línea que recomienda actualmente la Organización Mundial de la Salud a adultos y adolescentes consiste en dos inhibidores nucleosídicos de la retrotranscriptasa (INRI) más un inhibidor no nucleósido de la transcriptasa inversa o un inhibidor de la integrasa. Se prefieren combinaciones de dosis fijas y regímenes de una única toma al día. El tratamiento antirretrovírico de segunda línea para adultos consiste en dos INRI más un inhibidor de la proteasa potenciado con ritonavir.
La efectividad del tratamiento del VIH puede constatarse midiendo la cantidad de VIH que el paciente tiene en su sangre. Si no se puede detectar el virus, se considera que hay supresión de la carga vírica, lo que indica que es poco probable que la infección por el VIH progrese y que el riesgo de transmitir el virus a su pareja es nulo. Se recomienda realizar pruebas de carga vírica seis meses después de haber comenzado el tratamiento antirretrovírico y, a partir de entonces, anualmente, para asegurarse del correcto seguimiento del tratamiento y de que no se haya desarrollado resistencia a los medicamentos.
El tratamiento del VIH funciona mejor cuando se siguen las prescripciones. El olvido de dosis y la interrupción y reanudación del tratamiento puede provocar resistencia a los medicamentos, lo que a su vez podría permitir que el VIH se multiplique y dé lugar a la enfermedad. Es necesario proporcionar a las personas que viven con el VIH y siguen el tratamiento el apoyo que necesitan para superar el desafío de seguir un tratamiento regular, y debe haber sistemas sólidos para poder controlar si se desarrolla resistencia a los medicamentos.
En la Declaración política de las Naciones Unidas para poner fin al sida de 2016 se adoptaron los objetivos 90–90–90. Los objetivos 90–90–90 aspiran a que para 2020 el 90% de las personas que viven con el VIH conozca su estado serológico, que el 90% de las personas que conocen su estado seropositivo reciba tratamiento antirretrovírico y que el 90% de las personas en tratamiento presente supresión de la carga vírica. Alcanzar los objetivos 90–90–90 es esencial para que el mundo avance de acuerdo a la iniciativa de Acción acelerada para acabar con la epidemia de sida como amenaza para la salud pública para 2030.
ONUSIDA trabaja junto con la sociedad civil, los gobiernos y los colaboradores del sector privado para garantizar que todas las personas en riesgo de infección por el VIH puedan acceder a los servicios de prevención, atención y tratamiento del VIH. La ampliación rápida del tratamiento y la prevención del VIH conllevaría beneficios económicos significativos en los países de rentas bajas y medias. Conseguir los Objetivos de Acción acelerada reduciría el coste de tratamientos directos en el futuro en un 43% gracias a las nuevas infecciones que se habrían evitado.
ONUSIDA también defiende la importancia de respetar el derecho de una persona a conocer su estado serológico y a decidir cómo y cuándo comenzar el tratamiento antirretrovírico. Las decisiones en cuanto al tratamiento del VIH deben ser fundadas y voluntarias. Para que puedan suministrarse tratamientos antirretrovíricos de mayor alcance y más equitativos es preciso redoblar los esfuerzos para superar las barreras sociales y legales que impiden que las personas que viven con el VIH accedan a los servicios sanitarios, especialmente en las poblaciones marginadas.