Reportaje

El homenaje cinematográfico a Os primeiros soldados

03 de noviembre de 2022

A la salida del cine, Rodrigo de Oliveira se sentía eufórico por poder participar en más de 40 festivales de cine de todo el mundo para promocionar su largometraje sobre el VIH, Os primeiros soldados.

“El sentimiento de comunidad es algo abstracto, pero he podido ver las caras de muchas personas LGTBIQ+ durante esta gira promocional”, dijo de Oliveira. “Y en cierto modo eso es lo que he intentado plasmar en la película”.

La película empieza un 31 de diciembre de 1983. Un joven regresa a su ciudad natal en Brasil después de haber estado en París. Se siente un poco melancólico y distante, teme haberse contagiado de algo. Durante la película se habla de una enfermedad desconocida, pero el sida o el VIH no se mencionan hasta la última escena. De Oliveira relata el lento deterioro de la salud del joven que “desaparece” y se refugia en una casa de campo. A él se suman una mujer transgénero y otro conocido que también se encuentran mal.  Consiguen varias pastillas gracias a un novio en París, algunas de ellas son las primeras píldoras antirretrovirales, pero también hay vitaminas y pastillas de aleta de tiburón. Los tres se desesperan al ver que su salud empeora notablemente debido a una enfermedad desconocida.

“Para mí el conocimiento es esperanzador, ya que es fundamental, pero como puede ver la comunidad y el apoyo son claves para superar cualquier situación”, dijo de Oliveira.

Tras siete largometrajes, este es el primero en el que aborda temas relacionados con el VIH y el colectivo LGBTQ+.

“Mis películas tardaron más en salir del armario que yo”, dijo. “En 2021 todavía era un hombre gay recién llegado a la escena y tuve que vivir lo que es perder a personas a causa del sida, así que sentí la responsabilidad de contar esta historia en honor a la gente que desapareció de mi vida”.

Rodrigo de Oliveira, nacido en 1985, dijo que pensaba en el VIH cada semana de su vida. Para él (tal y como se muestra en la película) el VIH fue sinónimo de muerte en las décadas de los 80 y 90. Desde que el tratamiento contra el VIH es accesible, lo normal es vivir una vida saludable con VIH.

De Oliveira explicó que, durante una proyección de la película, los jóvenes no sabían lo que significaba que dos de los personajes de su película tuvieran síntomas de sarcoma de Kaposi (manchas rojizas, planas y descoloridas en la piel). Estas lesiones son un indicio de cáncer desencadenado por un sistema inmune débil en personas que viven con el VIH y no se medican.

“Esta falta de conocimiento me sorprendió”, dijo.  Después de esa conversación, para él tenía mucho más sentido enseñar cómo era una parte de la vida de mediados de los ochenta en su país natal.

De Oliveira añadió: “La comunidad LGTBIQ+ está tan acostumbrada a ser olvidada que tenemos que informarnos por nosotros mismos y esto es una prueba de ello”.  Además, explicó: “Los tres personajes principales de mi película afrontan su ‘extraña enfermedad’ de diferentes maneras: uno es luchador, otro documentalista y el tercero es artista/científico”.

Para él, fue importante contar con tres perspectivas para documentar el miedo, el temor y el esfuerzo consciente por superar la crisis.  Con el hecho de que apenas se mencione el VIH, Rodrigo de Oliveira quería reflejar el ‘gran silencio’ en torno a la enfermedad en esa época.

En una escena, la hermana del joven exige ver a su hermano que se encuentra en una clínica en ruinas, pero el personal le impide entrar y le dice que la vergüenza acabará con ellos.  

A este respecto, de Oliveira explica: “Quería hablar del estigma y de la discriminación, pero no podía imaginarme escenificando una agresión real”.   

Suki Beavers, directora de ONUSIDA en materia de igualdad de género, derechos humanos y participación comunitaria, compartió el escenario con de Oliveira durante la proyección de la película en Ginebra en el festival de cine Everybody’s Perfect. Beavers afirma que la película refleja la falta de derechos de las personas, y que las desigualdades interseccionales, como ser pobre, ser trans, ser gay o no haber asistido a la escuela, no hacen más que agravar las dificultades (en una escena, el personaje trans está que echa humo al ser expulsado de un autobús tras un altercado).

Asimismo, añade: “Se puede ver tanto una clara violación de derechos en Brasil durante los ochenta, como un activismo para exigir esos derechos”.  Este fenómeno aún sigue existiendo en muchas partes del mundo y por ello no podemos rendirnos en la batalla para poner fin a la epidemia de sida”.

De Oliveira explica que, a pesar del tono oscuro de su película, quería que la gente acabara con la sensación de que el amor es universal.  Asimismo, dijo: “El beso entre los potenciales amigos es un ejemplo de que lo superaremos”.

Por otro lado, comentó que le gustaría hacer otros dos largometrajes centrados en la evolución de la respuesta al sida, como por ejemplo una crónica de los años noventa y de las dos últimas décadas.

Por último, concluyó: “Tardo entre cuatro y cinco años en crear una película, pero sabed que estoy de acuerdo con ONUSIDA...hay que poner fin al sida.  Ojalá pudiera hacer una película al día al igual que vosotros salváis una vida al día”. 

Trailer