Reportaje
El mundo solo conseguirá poner fin al sida si acabamos con las desigualdades que impulsan la epidemia
21 de mayo de 2021
21 mayo 202121 mayo 2021Por Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA; y Tomas Tobé MEP, presidente de la Comisión de Desarrollo del Parlamento Europeo
Ya han pasado cuarenta años desde que se diagnosticaron los primeros casos de sida. Sin embargo, aún seguimos librando la batalla contra el VIH. Pese a que la ciencia y la medicina han evolucionado y a día de hoy ya permiten, por un lado, que las personas que viven con el VIH puedan estar sanas y, por otro, que se reduzca el número de nuevas infecciones por el VIH, lo cierto es que aún no estamos en el camino correcto para acabar con la epidemia de sida como amenaza para la salud pública en el año 2030.
Solo en 2019, casi 700 000 personas murieron por enfermedades relacionadas con el sida. Por asombroso que aún parezca, 1,7 millones de personas se infectaron recientemente por el VIH, cifra que es más de tres veces el objetivo establecido en 2016, el cual habría conseguido ponernos en marcha para poner fin a la epidemia de sida.
Constatamos que los medicamentos, la información y las herramientas de prevención simplemente no llegan a las personas que más los necesitan. Es necesario un nuevo enfoque que reduzca las desigualdades que impulsan la epidemia de sida y ponga a las personas en el centro. Tenemos que priorizar los derechos humanos, el respeto y la dignidad.
Las injusticias sociales y las desigualdades no hacen sino alimentar las epidemias. Por ejemplo, la epidemia de sida está teniendo un impacto devastador en toda una generación de mujeres y niñas jóvenes en el África subsahariana. Alrededor de 4500 chicas adolescentes y mujeres jóvenes de entre 15 y 24 años contraen el VIH cada semana en esta región. Aquí ellas tienen el doble de probabilidades de infectarse por el VIH que sus homólogos masculinos.
Al mismo tiempo, las niñas y las mujeres jóvenes hacen frente a la violencia sexual y de género, y a embarazos no deseados. Por si fuera poco, en muchos casos pueden verse obligadas a abandonar la escuela. Sin embargo, el adquirir una educación secundaria, incluida la educación integral sobre sexualidad, es una de las formas más seguras de evitar el VIH en mujeres jóvenes y niñas.
Preocupa también enormemente el hecho de que más del 60 % de las nuevas infecciones por el VIH se produzcan en todo el mundo entre los grupos de población clave (gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, personas que consumen drogas, trabajadores sexuales, personas transgénero, prisioneros y migrantes) y sus parejas sexuales. Comunidades enteras y grandes grupos de personas están siendo excluidos del derecho a la salud, el bienestar y la dignidad por ser marginados y criminalizados.
Mas esto puede (y debe) cambiar.
La Estrategia Mundial sobre el Sida 2021-2026 de ONUSIDA proporciona una orientación clara y eficaz con respecto a lo que hay que hacer para crear sociedades más justas. El objetivo es claro: conseguir que el mundo vuelva a estar en la senda que nos lleve a acabar con la epidemia de sida como amenaza para la salud pública para el año 2030.
La estrategia tiene como objetivo situar a las personas en el centro. Para ello, en primer lugar, se deben eliminar las barreras sociales y estructurales que impiden que las personas accedan a los servicios para el VIH. Además, se ha de capacitar a las comunidades para que sean ellas las que lideren el camino. Del mismo modo, se deben fortalecer y adaptar los sistemas para que funcionen para las personas más afectadas por las desigualdades, y se han de movilizar completamente los recursos para poner fin al sida.
Sin duda, la Unión Europea tiene el peso político, la clave financiera y las herramientas políticas para contribuir significativamente a la lucha mundial contra el VIH/sida. De hecho, y en este sentido, el Parlamento Europeo acaba de adoptar una resolución sobre la aceleración del progreso y la lucha contra las desigualdades para poner fin al sida como amenaza para la salud pública para 2030 en respuesta a la estrategia mundial contra el sida.
Dicho texto describe las acciones concretas que la UE debería adoptar para, por fin, acabar con el sida. Entre ellas se incluyen el apoyo a los esfuerzos de los países socios para construir sistemas sanitarios sólidos y resilientes capaces de proporcionar una cobertura sanitaria universal sensible al VIH, priorizar la salud como parte de las relaciones entre la UE y África, y ampliar las inversiones en ONUSIDA y el Fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria.
Asimismo, la resolución pretende movilizar el liderazgo de la UE para abordar los derechos humanos y los factores de desigualdad de género del VIH/sida, y garantizar que la UE apoye las respuestas lideradas por la comunidad como componentes clave en una respuesta eficaz al VIH/sida.
Precisamente el próximo mes, los países se reunirán para la Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida, en la que se espera que apoyen un nuevo plan audaz para poner fin a la epidemia de sida y se fijen los nuevos objetivos para 2025.
De lograrse estos objetivos, el número de nuevas infecciones por el VIH se reduciría hasta 370 000 para 2025, y el número de personas que mueren por enfermedades relacionadas con el sida caería hasta 250 000. Abordar las desigualdades que alimentan la epidemia de VIH será crucial para el éxito.
La pandemia de la COVID-19 ha sacado a la luz las profundas desigualdades sociales y económicas que existen, así como la infrafinanciación de los sistemas de salud pública y la fragilidad de las respuestas mundiales. Es obvio que la COVID-19 está amenazando con obligarnos a desandar los pasos ya dados en la respuesta al VIH/sida. Y aún más, impide el progreso para poner fin al sida para 2030.
Al mismo tiempo, los países están aprovechando la infraestructura del VIH y las lecciones aprendidas al abordar la epidemia del VIH para obtener una respuesta más sólida a ambas pandemias. De hecho, tenemos ante nosotros una oportunidad única para convertir el derecho a la salud en sistemas igualitarios basados en los derechos humanos y centrados en las personas.
Debemos utilizar esta ventana para intensificar la solidaridad mundial, especialmente las inversiones sostenidas en desarrollo, para construir así sociedades más resilientes que refuercen la seguridad de todos.
La UE y ONUSIDA comparten los valores fundamentales de la humanidad y la igualdad para garantizar que nadie quede atrás. El poner fin a la epidemia de sida para 2030 sigue estando al alcance del mundo, pero no puede hacerse sin crear sociedades más fuertes basadas en los principios de la igualdad de género, la justicia social y el reconocimiento de los derechos humanos universales, incluidos los derechos y la salud sexual y reproductiva.
De no hacerlo, se pondrán en riesgo las vidas de millones de personas y se socavará la misión común de lograr la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, la cual recoge, entre otras cosas, el fin del sida como amenaza para la salud pública.
Este artículo de opinión se publicó por primera vez en theparliamentmagazine.eu
ONUSIDA
El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo para hacer realidad su meta global de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el sida. ONUSIDA aúna los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con asociados mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para el 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conecte con nosotros a través de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.