Reportaje
El programa para el VIH de Ciudad Quezón se convierte en un modelo para otras ciudades
13 de julio de 2017
13 julio 201713 julio 2017The 2030 Agenda for Sustainable Development takes to scale what the AIDS response has been working towards for 30 years—a multisectoral, rights-based, people-centred approach that addresses the determinants of health and well-being. The individual stories in this series highlight the linkages between HIV and related Sustainable Development Goals (SDGs), each told from the personal perspective of people affected by HIV. The series paints a picture of how interconnected HIV is with the SDGs and how interdependent the SDGs are with each other. Most importantly, the stories show us the progress we have achieved with the AIDS response and how far we have left to go with the SDGs.
La Klinika Bernardo, popularmente conocida como la Clínica Atardecer, se encuentra al lado de una bulliciosa carretera. Abre de 15:00 a 23:00, lo que permite que la visiten el máximo número posible de pacientes. “Atendemos a hombres de todas partes de Filipinas que tienen relaciones sexuales con hombres”, dice Leonel John Ruiz, médico jefe de la Klinika Bernardo. “Tan solo el 40% de nuestros pacientes son de Ciudad Quezón”.
En 2012 Ciudad Quezón se convirtió en la primera ciudad de Filipinas en abrir una clínica en la que se ofrecieran servicios para hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y para personas transgénero. Los servicios de la Clínica Atardecer estuvieron muy demandados desde el principio. Durante los primeros dos meses que estuvo abierta se llevaron a cabo cerca de 250 pruebas del VIH, así como servicios de asesoramiento para antes y después de las pruebas, y 18 personas fueron diagnosticadas como seropositivas.
Aunque en Filipinas las relaciones entre personas del mismo sexo son legales, hay un alto grado de estigma y discriminación contra los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. El miedo a ser marginado y condenado al ostracismo provoca que muchos hombres no accedan a los servicios sanitarios. Los estudios de los funcionarios de salud de la ciudad muestran que en Ciudad Quezón dos tercios de los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres no se han hecho nunca una prueba del VIH.
“Esta es mi primera prueba del VIH. No se qué esperar”, dice un joven mientras rellena los formularios de admisión. “He intentado documentarme sobre el VIH para hacerme una idea sobre el tema, pero me ha tomado algún tiempo reunir el valor para venir aquí”. El personal, comprensivo y experimentado, le ayuda a calmar sus nervios. Aquellos a los que se diagnostica como seropositivos reciben asesoramiento sobre los medicamentos antirretrovíricos y el personal los acompaña durante los primeros meses de tratamiento, que es gratuito en Filipinas.
Ahora mismo hay tres Clínicas Atardecer abiertas en Ciudad Quezón y en los últimos años se han aumentado significativamente las inversiones en sus programas para el VIH. Con sus casi tres millones de habitantes, Ciudad Quezón es el centro urbano más poblado de Filipinas y ha convertido en su mayor prioridad acabar con la creciente epidemia de sida. El alcalde Herbert Bautista ha animado a los habitantes de la ciudad a conocer su estado serológico e incluso se hizo una prueba del VIH en público. Los esfuerzos de la ciudad por que más hombres que tienen relaciones sexuales con hombres se hagan las pruebas del VIH han demostrado ser un éxito, ya que ahora se hacen 30 veces más pruebas que antes. El 40% de las pruebas del VIH que se realizan en la ciudad se hacen en las Clínicas Atardecer, lo que demuestra sin lugar a dudas que la eliminación de barreras aumenta el acceso a los servicios.
“Las cosas son totalmente diferentes a cuando abrimos”, explica Leonel. “Antes nos habríamos tenido que dejar la piel tratando de que la gente concertara una prueba. Ahora la mayoría de nuestros pacientes acuden sin cita previa. La gente busca información por su cuenta y de manera activa”. Las autoridades de varias ciudades están comenzando a adaptar el modelo de Ciudad Quezón y a establecer sus propias clínicas.
Aunque el personal de la Clínica Atardecer habla con orgullo de sus logros, esperan tener que cerrar algún día. “Rezo todas las noches”, dice Adel, la única mujer entre los educadores inter pares de la Klinika Bernardo. “Tengo la esperanza de que algún día nadie necesite nuestros servicios. Para eso es para lo que trabajo”.
ODS 17: fortalecer la puesta en marcha y revitalizar la colaboración mundial para el desarrollo sostenible
Al comienzo de la respuesta al sida, la ausencia de opciones de tratamiento y el aumento sobrecogedor de personas a las que afectaba el VIH dejaron claro que una repuesta puramente clínica a la epidemia no era suficiente. Los familiares, las organizaciones religiosas y las asociaciones de personas afectadas por el VIH intervinieron e hicieron lo que pudieron para ayudar a las personas a morir con dignidad, para asistir a los huérfanos, viudos y viudas, y familiares al cargo que dejaban, y para luchar por un nueva manera de hacer las cosas. Grupos de personas totalmente diferentes, a los que había unido la experiencia compartida del miedo al estigma y el horror del VIH y el sida, se juntaron para exigir que la respuesta fuera más allá de las clínicas, los hospitales o los servicios sanitarios al uso.
La adopción y la expansión del concepto de colaboración supuso una revolución para el sida, pero también para el ámbito más amplio del desarrollo. Las colaboraciones siguen siendo fundamentales en la respuesta al sida. La coordinación y el trabajo conjunto de una amplia variedad de colaboradores, entre los que se incluyen trabajadores sexuales, científicos, y trabajadores sociales, ayuda a hacer análisis y a aplicar la experiencia de manera más eficaz, a superar más rápido los obstáculos y a distribuir más eficientemente los recursos. Los colaboradores aumentan la concienciación y el conocimiento, y permiten que todo el apoyo y el poder se concentren, de manera que sea más fácil influir sobre los responsables de las políticas y a estimular a las partes interesadas para que tomen medidas.
La historia de la Clínica Atardecer en Ciudad Quezón (Filipinas) encarna el ODS 17: fortalecer la puesta en marcha y revitalizar la colaboración mundial para el desarrollo sostenible. El éxito de la primera clínica y la incorporación posterior de dos clínicas más demuestran que la inclusividad sigue siendo definitiva en la respuesta al sida y proporcionan la inspiración para que las colaboraciones entre una amplia variedad de partes interesadas sean exitosas.